Blues Pills

Segunda semana de la cuarta temporada de CRIATURAS SALVAJES y seguimos inmersos y dedicados en cuerpo, alma y pabellones auditivos a las explosivas novedades discográficas que acaban de ser publicadas en agosto y estos primeros días de septiembre. Creo que puedo prometer (y prometo) que vamos a estar todo este mes con ellas porque son muchas y arrebatadoramente interesantes y, claro, nos debemos a la más rabiosa actualidad que siguen demostrando nuestras CxS’s a la hora de estar al mismo nivel, o en muchas ocasiones ya superior, al de los ‘machitos’ del Rock’N’Roll. La semana la abrió como de costumbre Mr. B con el nuevo lanzamiento de las angelinas L.A. WITCH y su ‘caldero’ de conjuros garage punk y acid surf.

Y como uno no puede quedarse atrás, contraataco saltando el charco del Atlántico para irnos a la fría Suecia para hacerle los honoros al recientísimo tercer lanzamiento de BLUES PILLS comandados por esa fuerza soul/blues de la naturaleza que ha sido siempre y es… ¡¡¡ELIN LARSSON!!!…

Los Blues Pills nacieron en 2011 en EEUU de la mano de Zack Anderson (bass) y Cory Berry (drums) que formaban parte de Radio Moscow, pero que de inmediato abandonaron la agrupación al conocer en California a una dotadísima cantante soul y animal escénico llamada Elin Larsson. Habían nacido Blues Pills, una de las sensaciones más rotundas del Vintage Rock de la última década en escandinavia al lado de Spiders, Graveyard, Pristine, The Black Marbles, etc,…

No tardan en grabar una maqueta en Suecia, en concreto en el garage de los padres de Elin con la que empezaron a rodar y que les abre las puertas del sello Plattenlabel Crusher Records que ve el potencial del combo y les ofrece grabarles un E.P.. Pero antes, les faltaba una pieza fundamental en el rompecabezas, un guitarrista que se ajustase a ese blues-rock ácido y setentero que querían plasmar y lo encuentran en Francia con un imberbe de 16 años, Dorian Sorriaux, que reclutan sin pensárselo dos veces, practicamente raptándolo a su base de operaciones en Suecia, para grabar su debut discográfico en formato E.P. con Bliss (2012).

El boca a boca, las redes sociales, las radios en esa maravillosa península escandinava no tardan en hacerse eco de lo que esta banda empieza a provocar, sobre todo en directo, y empiezan en 2013, además de con la publicación de su siguiente E.P. Devil Man,  a ser solicitados en todos los festivales de referencia en donde la música ‘hard’/’stoner’/’vintage rock’/blues/soul se despliega en toda su magnitud como en el DesertFest, Roadburn Festival y, sobre todo, el Crossroads Festival/Rockpalast germano. Cómo no, su siguiente movimiento tenía que ser un E.P. en directo con cuatro temas de este último festival y que lo titulan, obviamente, Live At Rockpalast (2013).

Y ete aquí que llegamos a mediados de 2014, en concreto al caluroso julio, para disfrutar de su primer ‘Long Play’ en toda regla, Blues Pills (2014). La primera vez que entró por mi oreja la inicial “High Class Woman” sabía que me encontraba ante un disco acojonante…y todavía me quedaban 9 canciones!!!. Qué fuerza, que sensación de ‘deja vú’ y de viaje a los tiempos en los que Grand Funk Railroad y Cream marcaban el paso y hacían jodida historia. Y la voz de Elin…¡menudo descubrimiento colega!!!, la simbiosis perfecta entre Aretha Franklin, Lisa Kekaula, Tina Turner y, quizás todavía en menor medida, Janis Joplin. Bueno, en realidad a quien me recordó primero fue a Ann-Sofie Hoyles de Spiders…incluso hasta la superaba en fuerza y expresividad de matices vocales con ese background soulero.

Si nunca habías tenido la oportunidad de escuchar su debut ¡ya tardas amig@!, un disco que no te va a cansar nunca, ¡¡¡NUNCA!!!, con unos riffs de otra época que no te van a llevar a la manida frase ‘esto es una fotocopia de la fotocopia’ porque sí, esta banda bebe de Grand Funk, Zeppelin, de Hendrix, de Cream, de Ike & Tina, de Aretha pero lo hacen de una forma y manera tan expontánea y natural, tan jodidamente fresca que parece que hayan sido tele-transportados del pasado e insertados en pleno S.XXI para mostrar a las nuevas generaciones qué era lo que de verdad se hacía en aquellas mágicas décadas de los 60’s y los 70’s.

“Ain’t No Change” demostraba, tras el K.O. inicial de la voz de Elin, que el imberbe de Dorian era quien cortaba el bacalao rítmico con una maestría a las seis cuerdas que abrumaba, ¡qué feeling!!. Llega “Black Smoke”, llegan los contrastes de ‘tempo’ y de atmósferas, Elin vuelve a lucirse casi sin despeinarse y la base rítmica de Zack y Cory demuestran que son el colchón perfecto para que Dorian meta punteos donde le da la puta gana con una naturalidad y socarronería como no veía en mucho tiempo. Pequeña tregua rítmica con “River” y “No Hope Left For Me” que embelesaban al segundo como si la Larsson te las estuviese cantando muy cerca de tu oído, el feeling ‘bluesy’ toma el protagonismo completamente. Acabo destacando la hostilidad y los ramalazos Grand Funk con “Devil Man”, con un riff de los que hacen historia, ¡un puto clásico! desde el primer segundo que entra por tus pabellones auditivos, una interpretación furiosísima de Elin y toda la banda dándolo absolutamente todo y dejándose llevar por el mismísimo diablo.

¡¡¡LISTEN!!!…

La banda consolida su posición de privilegio en la escena escandinava y europea con participaciones de auténtico privilegio ya en festivales y sus primeras fechas por España, donde siempre han sido muy bien recibidos. Pero Zack y Elin, principales compositores de la banda, se encuentran en racha y no tardan en publicar un nuevo album, Lady In Gold (2016) esta vez más enfocado más hacia la blues psicodelia y el soul, más centrado en facturar melodías pegadizas que en mostrar el músculo del riff y así lo demuestran temas tan arrebatadores como el que titula el disco…

…como “Little Boy Preacher” con la aparición del gospel en su paleta estilística, soul sesentero en “I Felt A Change” y rítmica psicodelia de “Elements & Things”. Un discazo que evolucionaba la marca y que consolidaba a la banda definitivamente en una gira brutal que tuvo su colofón un año después en su Lady In Gold: Live in Paris (2017)…

Pero todo pasa factura y precisamente en su mejor momento medíatico comienzan las fricciones y el desgaste, de hecho hace poco la Larsson comentó que estuvieron a punto de separarse y que gracias a la composición de nuevas canciones que les sirvieron de terapia la banda resistió a aquel momento de crisis y hastío. Dorian Sorriaux abandona la banda para comenzar su carrera como solista blues (algo que estaba cantado) y Zach pasa a ser el guitarrista principal fichando a un bajista tan contundente como Kristoffer Schander… 

Y así llegamos a la actualidad más rabiosa con la publicación de Holy Moly! (2020), quizás el disco más personal y autobiográfico de la banda en las letras de Elin desahogando los pasados malos momentos y en términos musicales una vuelta a la crudeza ríffica del debut con un sonido más analógico y directo si cabe que nunca en descargas encendidísimas de heavy soul como “Proud Woman”, “Low Road” o “Rhythm In The Blood”, de hecho, Zach Anderson ha hecho de productor y han controlado al 200% todo el proceso para que palpásemos un tracklist que suena exactamente a cuando la banda se encuentra en el escenario, eso sí, las souladas a lo Aretha Franklin siguen existiendo caso de “California”, el blues tórrido aparece en “Dust”, disfrutamos del funk 70’s de “Kiss My Past Goodbye”, del gospel soul en “Wish I’d Known” y stoner blues en el intenso y entregado “Bye Bye Birdy” en donde Elin se dejan literalmente las cuerdas vocales.

En conclusión, su disco más ‘casero’ (fue grabado en un estudio personal que se montaron en una fábrica en Suecia) y variado en estilos, mucho más cañero y cabreado que el anterior y, joer!, uno de los discos del año por lo que ya te puedes ir preparando porque te viene una ‘BOLA EXTRA’ de auténtico infarto y clase a raudales. Espero que la disfrutes con todo el ‘Ritmo que llevas en tu sangre’…

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