Sara Lapiedra

Como muy bien trató de justificar el pasado lunes mi camarada Bernardo de Andrés, no podíamos cerrar el año sin volver a  nuestra sección ‘SPANISH BOMBS’ una vez más. Se acerca el final de 2018 y, aunque todavía no soy muy de hacer balance estando todavía como estamos en noviembre y con la cantidad de novedades que todavía nos quedan por degustar, sobre todo en el apartado CxS, sí que nos debíamos una última semana dedicada a nuestras Criaturas nacionales que no cejan en su empeño a la hora de seguir dándolo todo en la música rock y derivados compitiendo de tú a tú con las internacionales. Mr. B presentó a un atómico quinteto CxS madrileño el lunes llamada, ¡ojo!, atención al nombre…¡JUANITA BANANA!. Si te mola el rock’n’roll 50’s más primitivo y cavernícola pero también el garage, el fuzz y la serie ‘B’ te van a encandilar a la primera. I Promise

Para esta semana voy a poder saldar una deuda que tenía pendiente con los zaragozanos WHITE COVEN y con su frontwoman, SARA LAPIEDRA. En 2016 tuve en el ‘blog prohibido’ un post a medio hacer de los maños pero que deseché por la falta de material y de acompañamiento visual. Han tenido que pasar dos años para que por fin, el ‘Akelarre Blanco’ y Sara Lapiedra se presenten como el diablo manda en esta semana de ‘Spanish Bombs’

Pongamos fondo sonoro en forma de ‘MUJER’…

Y bien, como os decía, me quedé a medias con White Coven, tenía a una Spanish Bomb clarísima en la persona de Sara Lapiedra, rotunda diría yo, pero menos mal que ha merecido la pena esperar porque desde 2014 que la banda comenzó su andadura con la fusión de dos bandas como Almost Famous y The Old Shelter hasta hoy en día, banda y Criatura han crecido una auténtica barbaridad en absolutamente todo, además de tener la oportunidad de presentaros su primer LP en toda regla y coronar CxS a Sara como bien merece.

El combo de la Ciudad del Ebro está formado por ni más ni menos que siete integrantes en donde la Lapiedra hace labores de frontwoman componiendo casi todas las letras, además cuentan con tres guitarras, David Bueicheku, Juan Cervera y Mario Gutiérrez, a los teclados Josete Meléndez, Carlos Viejo a las cuatro cuerdas y tras los tambores se encuentra Daniel Penón.

El cómo se organizan para ensayar y tocar en salas debe ser todo un reto para ellos pero, como digo, han conseguido madurar en tiempo record consiguiendo una personalidad única que viene imbuida en el tiempo por los inabarcables 70’s presumiendo de un abanico de esencias en donde el rock setentero, el blues, la psicodelia más lisérgica, prog rock, soul, southern y los sonidos americanos van de la mano con pinceladas de stoner blues y tintes latinos. ¿Se puede amar a la vez a Pink Floyd, Deep Purple, Santana, Black Sabbath, Janis Joplin, Led Zeppelin, Allman Brothers y Lynyrd Skynyrd?… ¡pues sí!, se puede y se debe, siendo éstas las fuentes principales de su inspiración compositiva.

En 2015 registran su primera ‘Demo’ con tres temas que ya me encantó y me tentó a convertir a Lapiedra en CxS, pero fue bueno esperar porque, obviamente, aquello era una ‘demo’ y, a pesar de que las canciones estaban bien maduradas ya, el sonido era eso, sonido maqueta que no sonaba nada mal, pero le faltaba un poquitín más de cuerpo y limpieza en conjunto.

Tres años han tenido que pasar para que la banda se compactase al 100% y estuviesen preparados y madurados para ofrecer su primer larga duración via Surnia Records. Para empezar, ya os digo, Overseas (2018) es una absoluta gozada de principio a fin, un disco que se nutre del pasado mirando hacia el futuro, un disco con sabor añejo pero decantando su fórmula al nuevo siglo. Su preciosa portada ya anticipa su contenido, una imagen evocadora en azules añiles y celestes que nos retrotrae a otro espacio/tiempo con una ‘musa’ pelirroja que puede ser perfectamente un guiño a nuestra protagonista de hoy.

Pasando ya a hablar de los nueve cortes que contiene el álbum, podría empezar diciendo que se nota la experiencia y las tablas de la banda, se les nota cómodos en cualquier estilo acometido, en cualquier pasaje en el que desean adentrarse, todo cuadra y encaja en un maremagnum setentero rico y exhuberante comenzando desde su buque insignia (hasta el momento) como es su inicial «Woman», blues rock, hard 70’s e incluso se puede vislumbrar ciertos punteos Soundgarden. «Brief Of Tale» no se amilana, ¡qué va!, ¡se crece incluso! con su primera incursión desert blues de ricas guitarras punteando aquí y allá, compitiendo entre ellas incluso, teniendo a Sara comandando el barco con su timbre de voz tan versátil como rico en matices. «Moonroom» se vuelve inquietante en su comienzo con esos teclados, en realidad lo que hace es sedar el ritmo metiendo mucho LSD y hippismo en la instrumentación para mostrar a una Lapiedra en su versión más frágil y dulce. Llegamos a «Farewell» y volvemos a fliparlo en colores con los aromas campestres folk country de un track que parece grabado en directo y que se va calentando poco a poco. El instrumental «The Razorback» devuelve el blues y el hard ‘a la Deep Purple‘ a primer plano, con un Hammond de fondo exquisito y una machacona batería como si de un metrónomo implacable se tratase, el tema va fluctuando hasta su clímax final. ¡Vaya tela!.

Si antes os hablaba de su riquísimo abanico de sonoridades, es «Your Time Is Over» otra prueba aplastante de ello, un temazo como la copa de un pino, soul, blues, coros gospel, vientos por todas partes y pasajes que se acercan clarísimamente al latin rock de Santana con esos arreglos, teclados y el bajo de Carlos Viejo. Al lorito con las tres guitarras porque el orgasmo de su recta final es acojonante. «Sedativa» vuelve a la senda oscura y flotante, las atmósferas mutan en luciérnagas vaporosas, el ‘Fluído Rosa’ se mide con Zeppelin y Sabbath, un corte con una progresión brutal. En «Coven» la cosa se oscurece más si cabe todavía, tanto es así que es su tema claramente Occult Rock, el más Iommi y de músculo stoner, pero también el más Joplin por parte de la garganta de la Lapiedra que fluctúa con soltura y seducción sobre el fuzz impuesto por las guitarras. Hemos llegado al final del viaje, nos está esperando los fantabulosos once minutos de «Overseas» en donde White Coven despliegan definitivamente sus alas hacia construcciones progresivas en una canción que se despereza folk & soul pero que se va dejando llevar hacia atmósferas prog rock que nunca cansan ni agobian, con cambios constantes de ritmo que nos llevan al climax guitarrero y de teclados cerrando un disco que, para ser un debut, puede considerarse de auténtica matrícula de honor. Queda dicho…

La banda no parece todavía disponer de videoclips pero me es indiferente porque su verdadero fuerte y en donde comprobarás la maestría vocal de Sara Lapiedra y el magnetismo de ejecución de la banda es en su recomendable directo. Que la ‘BOLA EXTRA’ te enguya en su cosmos…

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